domingo, 29 de enero de 2012

Frustración recompensada


A veces los agentes se frustran porque reciben quejas de ciudadanos por el simple hecho de hacer su trabajo. En algunos casos, éstas quejas vienen acompañadas de malos modos y faltas de respeto que hacen que los agentes se planteen si realmente forma parte de su trabajo tolerar ciertas impertinencias y esto hace mella en sus mecanismos de motivación.


El problema es que las personas estamos acostumbrados a plantear las quejas cuando nos sentimos descontentos con algo. En cambio, callamos cuando nuestras expectativas se ven gratamente satisfechas. 

No obstante, esta semana he podido comprobar el gran significado que puede tener para una persona vulnerable un buen trabajo, un trabajo en el que ha primado el saber hacer y el tacto. Tuve una intervención con una menor confundida y asustada que había tenido problemas en su casa la noche anterior. Cuando acabé mi labor le pregunté si necesitaba que le aclarase alguna duda y lo único que quería saber era cuando vendría a verla el agente que la había atendido la noche anterior. Sus ojos me hicieron comprender que el trato que había recibido le había permitido sentirse protegida  y segura. Por ello desde aquí quiero dar mi enhorabuena a dicho agente que con sus palabras logro que esta pequeña se sintiera reconfortada. 

Los verdaderos reconocimientos los encontrareis pocas veces plasmados en el papel, pero sí en las miradas, en los gestos, en las palabras de las personas a las que habéis ayudado con vuestra labor. Estoy segura de que cada uno de vosotros tenéis a alguien en mente, son esas experiencias las que deben engrasar el motor de vuestra motivación. 


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